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Entrevista Daniel Larralde del Solar

Daniel Larralde del Solar, arquitecto paisajista en París

27/12/2022

Graduado por la Universidad de Navarra y especializado en Cataluña y en la Escuela de Paisaje de Versalles, ha trabajado con algunos de los grandes maestros paisajistas hasta convertirse en un profesional cuyo fin último es “la satisfacción de personas que viven y gestionan espacios”.  Afirma que uno de los principales retos de su experiencia ha sido el hecho de “encontrar el equilibrio entre el tiempo invertido en el desarrollo profesional y el tiempo dedicado a la vida personal”. Tras varios años trabajando en Francia, se plantea regresar “por el anclaje emocional a la tierra, la calidad de vida y para ser útil a la sociedad Navarra”.

¿Qué te llevó a trabajar y residir en París?
Durante la carrera había experimentado puntualmente la disciplina del paisajismo y me había marcado bastante. Como no encontré formación específica sobre este tema en Pamplona o alrededores, me fui a Barcelona para especializarme. Estando allí obtuve una beca para realizar un año de estudios en la Escuela de paisaje de Versalles. Cuando llegué aquí tenía el programa del máster finalizado, así que fui libre para quedarme y enlazar con la vida profesional.

¿Cómo definirías tu trabajo?   
Para mí es una labor creativa, científica y humana. Creativa porque tengo que imaginar y concebir espacios y soluciones. Científica porque tengo que dar rigor técnico o histórico a mis proposiciones. Humana porque la finalidad última de todo proyecto es la satisfacción de las personas que van a vivir o gestionar dichos espacios.

¿En qué consiste exactamente lo que haces?
Los días pueden ser muy variados, dependiendo de la fase del proyecto o del estudio de paisaje. Durante el proceso de la concepción me centro en la investigación, tanto en el terreno como en la bibliografía técnica y también, dependiendo del proyecto, en archivos históricos. En la redacción desarrollo los conceptos a través del diseño artístico y también técnico. La coordinación del proyecto se realiza tanto con el cliente como con los demás profesionales que participan, puesto que los equipos son generalmente multidisciplinares. Para la materialización, antes y durante la dirección de obra, hay que seleccionar el material (plantaciones, pavimentos, mobiliario, etc.) y organizar, en el terreno, el seguimiento de las empresas que participan en la puesta en obra.

¿Crees que estar en un país como Francia te ha permitido desarrollarte profesionalmente de una forma que no hubieras podido en otro lugar?
En Francia hay una gran tradición en el arte del paisaje y la jardinería y el arquitecto paisajista ocupa un lugar destacado en la concepción de la ciudad. Actualmente, con la urgencia climática, el arquitecto paisajista está tomando una relevancia mayor, llegando a coordinar el desarrollo y planeamiento de nuevos barrios. Por otro lado, en Francia se trabaja seriamente desde hace ya varias décadas en la protección y la valorización del patrimonio ligado a los jardines históricos. Es un aspecto de la profesión que me apasiona particularmente y que, por su potencial, me gustaría poder desarrollar en Navarra.

¿Cómo es el mercado laboral francés, comparativamente con el nuestro?
Francia, en lo relativo a la arquitectura del paisaje, se puede decir que se encuentra, desde hace unos años, en pleno auge, relacionado con el interés creciente por los espacios naturales en las ciudades y entornos urbanos en general al que me he referido anteriormente. Este desarrollo del paisajismo no debería tardar en llegar al otro lado de los Pirineos. En Navarra, el arquitecto se ha ocupado tradicionalmente de todos los aspectos del desarrollo urbano y, actualmente, el mercado laboral deja poco espacio al paisajista. Esta situación debería cambiar en un futuro cercano porque la ciudad se encamina hacia un nuevo paradigma y la sociedad necesita paisajistas que trabajen en alianza con los arquitectos en la concepción eficaz y sostenible de nuevas maneras de habitar.

¿Qué es lo que te ha resultado más complicado en tu trayectoria laboral? ¿Y lo más gratificante?
Quizás lo más complicado ha sido encontrar el equilibrio entre el tiempo invertido en el desarrollo profesional y el tiempo dedicado a la vida personal. Supongo que es una problemática común en cualquier lugar del mundo, pero en las ciudades grandes, como Paris, es más delicado puesto que los desplazamientos cotidianos pueden restar mucho tiempo al día a día.

Con cierta perspectiva, es muy gratificante comprender que, estés donde estés, todas las decisiones tomadas en el pasado cobran sentido en la actualidad. De manera más concreta, es una satisfacción saber que tu trabajo es útil para la sociedad.

¿Te planteas regresar a Navarra?
La idea de regresar está siempre planeando en mi cabeza por diferentes motivos. En primer lugar, porque no me fui de Pamplona de manera deliberada sino enlazando oportunidades, sin premeditarlo. Por otro lado, el anclaje emocional a Navarra es importante, tanto a las personas (familia, amigos, etc.) como a la gran calidad de vida que se disfruta (cultura, naturaleza, patrimonio o gastronomía). Por último, y enlazando con lo que decía antes, me gustaría que mi trabajo fuese también útil para la sociedad navarra.