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Javier Yárnoz

De Olite a Caracas, la Travesía de Javier Yárnoz, Arquitecto Navarro

28/02/2024

En el corazón de Pamplona nació en 1886 Javier Yárnoz Larrosa, un arquitecto cuyo legado se extendió más allá de las fronteras de Navarra.

Javier, a pesar de que contaba con estudios previos de Ingeniería en Bélgica, se licenció como arquitecto por la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid en 1923, carrera en la que destacó por sus destrezas como dibujante.

Junto a su hermano José, se embarcaron en la ambiciosa tarea de restaurar el Palacio Real de Olite/Erriberri, tras ganar el concurso internacional organizado por la Diputación Foral de Navarra. Fue un proyecto que marcó el comienzo de su carrera. La Real Academia de San Fernando elogió el esfuerzo de documentación, la búsqueda de referencias y el levantamiento de planos demostrado. Javier analizó edificios franceses vinculados por época y forma al Palacio Real de Olite, entre los que se destacaron especialmente aquellos restaurados por Viollet le Duc en el siglo XIX.

Otras de sus obras reseñables fueron la reforma del Teatro Gayarre y del Edificio de Hacienda. Sin embargo, la Guerra Civil Española de 1936 desencadenó una separación de caminos radical en la relación de los hermanos Yárnoz.

Mientras José se alineaba con la Navarra franquista, asumiendo roles destacados como arquitecto de Príncipe de Viana y del Banco de España, Javier optaba por un camino diferente, uniéndose al bando republicano. En agosto del 36 se produce el asesinato de su cuñado, el médico Marino Húder Carlosena, y Javier se ve forzado cruzar la frontera francesa. Posteriormente, deja a su familia en Bayona y regresa a la España republicana, dirigiéndose a Valencia, sede del Gobierno. Es nombrado Arquitecto de la Dirección General de Prisiones en 1937.

Tras la derrota republicana, su destino lo llevó primero a Francia y más tarde a Venezuela. Una vez en Caracas, hasta 1948 no se reconoció su título de arquitecto, por lo que quedan en el anonimato proyectos suyos de envergadura como el del primer aeropuerto internacional de Maracaibo y el de Barcelona.

En este exilio reconstruyó su vida junto a su esposa, María del Carmen Húder, una republicana navarra “perteneciente a una familia pamplonesa de abolengo", tal y como refiere Ángel García Sanz en su libro Republicanos en el exilio. Era una mujer educada en EE UU, amiga de García Lorca, relacionada con la Residencia de Señoritas de Arniches. Y era hija de Serafín Húder, el hombre que proclamó la República en Pamplona. Los Yárnoz, en cambio, siempre fueron monárquicos.

Durante este período, su expresión artística se encuentra intrínsecamente ligada al imaginario tradicional del país, plasmándolo no solo en sus obras pictóricas, como acuarelas y una serie de postales, sino también en su incursión en la invención, destacándose por la patentización de un innovador sistema de luces de cruce para automóviles en 1954.

Además de sus contribuciones en el ámbito artístico, amplía su campo de acción al trabajar en el diseño de edificaciones médico-asistenciales. En 1955, lleva a cabo la concepción de un Complejo de Recuperación de Delincuentes para los benedictinos en Camurí. Aproximándose al final de su vida en 1956, es designado Arquitecto Proyectista del Ministerio de Obras Públicas de Venezuela.