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Entrevista Xabier Irujo

Xabier Irujo, Director del Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Nevada

23/08/2022

Xabier Irujo vive en Reno (EEUU) y dirige el Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Nevada. Especialista en temas de genocidio, se considera un "hijo del exilio" aunque sus raíces le vinculan fuertemente a Navarra. Su trayectoria está directamente relacionada con la  investigación histórica. Es autor de más de diez libros y diversos artículos en revistas especializadas y ha recibido premios y distinciones a nivel nacional e internacional. Cree que Navarra es un paraíso “con muchas oportunidades” y, desde su atalaya americana, nos anima a “ser los arquitectos de una sociedad que sea la maravilla del mundo”.

¿Cuándo y por qué te marchaste de Navarra?

Nadie se va de su tierra sin una buena razón. El trabajo de investigación en el área de las humanidades al que yo aspiraba no existía aquí, de modo que tuve que irme lejos. Llevo ya casi veinte años fuera, aunque todos los años paso al menos tres meses en esta tierra que es mi casa.

¿Qué dirías que es lo que más valoras de tu trabajo actualmente?

Soy catedrático de estudios de genocidio en la Universidad de Nevada-Reno, y director del Centro de Estudios Vascos. Como investigador, dedico la mayor parte de mi tiempo a explorar archivos y bibliotecas públicas y privadas, así como excavaciones arqueológicas de diversas épocas. Hace poco estuve en Auschwitz-Birkenau, pero ahora vengo de Troya; este verano me hundiré en el silo de Carlomagno, en Orreaga.

¿Qué destacarías de tu trayectoria en estos años hasta llegar a tu actual posición?

¡Que soy más viejo! La academia estadounidense me ha tratado muy bien, me ha permitido trabajar con un centenar de universidades y otras instituciones culturales y todo ello me ha abierto un magnífico horizonte de ideas y oportunidades. Pero la vida son momentos, y las entrevistas a  supervivientes de diversos tipos de atrocidades son dosis de tiempo terriblemente intensas. Solo de mano de sus protagonistas es posible sentir el pulso de la historia con todo su ímpetu; sus sentimientos y sus voces me acompañan, algunas veces con sus risas y en la mayoría de las ocasiones con sus llantos.

¿Cuáles son los principales aprendizajes profesionales de tu periplo desde Navarra hasta los Estados Unidos de América?

Una pregunta difícil de responder. No son los datos cuantitativos, ni los paradigmas, ni los fundamentos relativos al conocimiento científico en el contexto de una ciencia determinada, sino la imagen antropológica del ser humano que se proyecta a partir de todo lo anterior. Acercarse a los capítulos más repulsivos del comportamiento humano ayuda a entender el carácter de la humanidad con todas sus luces y sombras.

¿Y los aprendizajes personales?

Ahora sé que soy hijo del síndrome de Ulises, una persona con identidad propia, pero sin ancla, siempre ajeno al entorno. Nací y viví en el exilio, y ahora soy parte de la diáspora vasca por lo que aquí soy americano y allí europeo. Como escribió Homero, “mi nombre es Nadie porque Nadie me llaman”. Así se aprende a ser libre, lo cual es indispensable para saber ser uno mismo.

Más allá del choque cultural: ¿en qué se parecen y en qué no se parecen Navarra y Estados Unidos, si hablamos de ofrecer opciones de desarrollo profesional?

Navarra es un paraíso con muchas posibilidades, sobre todo sociales y culturales, que son esenciales para vivir una vida plena y feliz. Poseemos un sistema de salud envidiable, lo cual explica en parte nuestra longevidad. A nivel profesional, deberíamos ser más flexibles, más prácticos e invertir más en emprendimiento. Somos herederos de un pasado industrioso e innovador, hijos de un reino europeo
que perduró mil años con un potencial económico extraordinario basado en principios de cooperativismo, participación y reciprocidad. Nuestra sociedad debe ser capaz de beneficiar y enriquecer a la ciudadanía tanto económica y políticamente, como social y culturalmente. Debemos querer ser los arquitectos de una sociedad que sea la maravilla del mundo.

¿Y qué deberíamos aprender de los americanos para mejorar?

Mucho más optimismo. Debemos creer en lo que fuimos, en lo que somos y sobre todo en lo que podemos llegar a ser; necesitamos menos cadenas, más remos y muchas más velas. En la doble transición a la que nos enfrentamos hoy, debemos seguir los pasos de los americanos en el ámbito digital. Desde los Estados Unidos deberían aprender de una Europa cada vez más verde y en el tránsito decisivo a las renovables afrontando sin tardanza el reto de la transición energética. En ambos mundos debemos ser mucho más cautos con los pasos que vamos a dar en los próximos 50 años en torno a los retos que impone el clima. Y por supuesto, debemos seguir apostando por la paz, y poner fin a guerras como la que nos está azotando hoy.

Los veranos vienes a Navarra. ¿Cómo ha cambiado nuestra tierra en los últimos años? ¿Qué destacarías?

​​​​​​​Cambia constantemente, y a un ritmo vertiginoso. Y para mejor. En contra de todas las convenciones, estoy convencido de que tenemos una juventud mucho mejor preparada y más activa e inteligente que la que nos tocó ser a nosotros. Los retos también cambian, de modo que necesitamos los nuevos ojos y oídos de nuestros hijos para hacer de esta tierra un sitio en el que todos podamos vivir bien. El futuro depende de sus ideas, su trabajo y su empeño. Cada día que pasa veo en la nuestra una sociedad más igualitaria, más libre y más integrada en sus propios valores, su lengua, su música y todo su rico acervo cultural. Pero aún hay mucho camino por recorrer, de modo que más nos vale saber educar y formar no ya a nuestros hijos, sino también a nuestros nietos. Ellos son nuestro único futuro y en sus manos estará algún día nuestro porvenir.